En esta ocasión analizaremos una obra pionera y clásica de la historia del periodismo. Fue escrita hace más de cien años y denuncia los malos tratos hacia las pacientes en un centro psiquiátrico. Constituye uno de los primeros casos de periodismo encubierto ya que su autora fingió ser una enferma mental para internarse en ese sanatorio y ver, como una paciente más, los horrores que allí se cometían.
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Citas de este libro que me han resultado interesantes (Edición: La vuelta al mundo en 72 días y otros escritos. Editorial: Capitán Swing).
Página 56. “Me alegra poder decir que, a resultas de mi visita al manicomio y las denuncias que le siguieron, la ciudad de Nueva York ha destinado un millón de dólares más al año que nunca antes al cuidado de los locos. Así, por lo menos, tengo la satisfacción de saber que los pobres desgraciados recibirán una mejor atención gracias a mi trabajo”.
Página 57.
-“Si conseguía entrar en el sanatorio, cosa que apenas esperaba lograr, no tenía ni idea de si mis vivencias contendrían algo más aparte de una simple crónica de la vida en un manicomio.”
-“Me estremecí al pensar que los locos estaban totalmente en manos de sus guardianes y que, por mucho que uno llorara y suplicara que lo soltaran, sería en vano si los guardianes así lo decidían. Acepté con entusiasmo la misión de conocer el funcionamiento interno del frenopático de Blackwell´s Island”.
-“Tenía dos opciones: podía fingir demencia en la casa de unos amigos y hacer que me internaran por decisión de dos médicos competentes o podía lograr mi objetivo por medio de un tribunal de primera instancia”.
Página 58.
-“Abandoné el pabellón psiquiátrico con placer y remordimiento: placer por poder disfrutar, de nuevo, el aliento libre de los cielos; remordimiento por no haber podido llevarme conmigo a algunas de las desgraciadas que vivieron y sufrieron conmigo y de quienes estoy convencida de que están tan cuerdas como yo lo estaba y estoy ahora”.
-“Se me dejó a mi organizar todos los preparativos de mi dura experiencia. Únicamente se decidió una cosa, a saber: que adoptaría el seudónimo de Nellie Brown”.
-“Pero he de decir aquí una cosa: desde el momento en el que entré en el pabellón psiquiátrico de la isla, no hice el más mínimo intento por mantener el papel de demente que había asumido. Hablaba y me comportaba igual que en mi vida diaria. Sin embargo, por extraño que parezca, cuanta más cordura había en mi forma de hablar y de comportarme, más loca me consideraban todos, menos un médico cuya bondad y amables maneras tardaré en olvidar”
Página 60. (Sobre su decisión de comenzar la investigación en el Hogar para Mujeres Trabajadoras) “Sabía que, si conseguía que una casa de mujeres me creyera loca, jamás descansarían hasta que me hallara lejos de ellas y a buen recaudo.”
Página 67. (Nellie Bly decidió permanecer despierta toda la noche para mantener el papel para el día siguiente. Los pensamientos que tuvo durante todo ese tiempo en vela). “Aquella fue la mejor noche de toda mi existencia. Durante unas cuantas horas, estuve frente a frente conmigo misma”
Página 69. (Empatía a quienes sufren enfermedades mentales y admiración hacia las personas bondadosas). “Cuánto ansiaba calmarla y susurrarle que no estaba loca, y cuánto deseé que, si alguna vez una pobre chica sufría la mala fortuna de ser lo que yo estaba fingiendo ser, se encontrara con alguien que tuviera el mismo ánimo de bondad humana que la señora Ruth Caine”
Página 73. (Durante su paso por el juzgado de primera instancia) “Por todas partes había salpicados agentes bien vestidos y bien alimentados que observaban la escena en actitud pasiva y casi de indiferencia. Para ellos, no era más que la historia de siempre. Otra desgraciada más para una larga lista que había dejado de interesarles o preocuparles hacía ya mucho tiempo”
Página 77. (examen médico en el juzgado):
“Luego llegó el examen médico; el médico parecía inteligente y yo no albergaba esperanzas de engañarlo, pero estaba decidida a continuar la farsa.
-Saque la lengua -ordenó con brusquedad
Solté una risita para mis adentros al pensarlo
-Saque la lengua cuando se lo digo -dijo
-No quiero -respondí, con bastante sinceridad
-Debe hacerlo. Usted está enferma y yo soy médico
-Yo no estoy enferma ni lo he estado nunca. Solo quiero mis baúles
Pero saqué la lengua, que el médico examinó con mucha atención. Luego me tomó el pulso y me oyó los latidos del corazón. Yo no tenía la menor idea de cómo le latía el corazón a una persona loca, así que contuve el aliento todo el rato que estuvo escuchando, hasta que, cuando dejó de hacerlo, tuve que soltar un jadeo para recuperarlo. Después comprobó el efecto de la luz en mis pupilas. Sosteniendo la mano a un centímetro de mi cara, me dijo que mirara a la luz; a continuación, la apartó rápidamente y me examinó los ojos, así que se me ocurrió que, en aquellas circunstancias, lo mejor era no apartar la vista. Y así lo hice. Mantuve la mirada fija, sin pestañear, en su mano y, cuando la quitó, evité parpadear con todas mis fuerzas.”
(Como el médico vio que sus pupilas estaban dilatadas pensó que estaba drogada, aunque el motivo real era que Bly era un poco miope).
Página 79. “Por fin llegamos a Bellevue, la tercera parada de mi trayecto hasta la isla. Había conseguido superar las pruebas del Hogar y del tribunal de Essex Market y confiaba en que esta vez también lo lograría”
Página 81. (Respuesta de una mujer a la pregunta de Bly sobre si ella estaba loca). “No –respondió–. Los médicos me han hecho muchas preguntas raras y han intentado confundirme todo lo que han podido, pero a mí no me pasa nada malo en la cabeza. […] (y después añade) Los médicos se niegan a escucharme y es inútil hablar con las enfermeras”
Página 83.
-(Sobre la comida en el hospital Bellevue). “[…] luego trajo un platito de hojalata sobre el que había un trozo de carne hervida y una patata. Si la hubieran cocinado la semana anterior, no habría estado más fría, y no había tenido la oportunidad de conocer la sal o la pimienta.”
-(Sobre el frío en el hospital Bellevue). “Todas las ventanas del pabellón estaban abiertas y el aire frío empezó a afectar a mi sangre suerña. La temperatura bajó tanto, de hecho, que resultaba casi insoportable, y me quejé de elloa la señorita Scott y la señorita Ball. Pero respondieron con brusqueda que aquello era una institución benéfica y que no podía esperar mucho más. Todas las demás mujeres estaban sufriendo por el frío y las propias enfermeras llevaban gruesas prendas para abrigarse.”
Página 84. (Conversación con un médico):
“-Yo he visto antes esa cara
-Entonces, ¿me conoce? –pregunté, con una enorme manifestación de entusiasmo que no sentía
-Creo que sí. ¿De dónde ha venido usted?
-De casa
-¿Y dónde está su casa?
-¿No lo sabe? En Cuba
Se sentó a mi lado, me tomó el pulso y me examinó la lengua. Finalmente, dijo:
-Cuéntele cosas de usted a la señorita Scott
-No pienso hacerlo. No pienso hablar con mujeres
-¿Qué está haciendo en Nueva York?
-Nada
-¿Sabe hacer algún trabajo?
-No, señor (lo dijo en español)
-Dígame, ¿es usted una mujer de la vida?
-No entiendo –respondí, manifiestamente indignada con él. Me dieron ganas de abofetearlo, pero tenía que guardar la compostura, así que me limité a decir:
-No sé de qué está hablando. Yo siempre he vivido en casa.
Después de muchas más preguntas, tan inútiles como estúpidas, se apartó y empezó a hablar con la enfermera.
-Loca sin remedio –dijo–. Creo que es un caso desesperado,. Hay que llevarla donde alguien pueda encargarse de ella”
(Luego de la conversación con el médico): “Después de aquello, empecé a tener menos consideración por los médicos y más por mí misma que nunca. A esas alturas estaba ya segura de que ningún médico era capaz de discernir si la gente estaba loca o no, siempre que no fuera un caso violento”
Página 89. (También sobre la metodología de los médicos) “Por la tarde, el doctor Fiel vino a examinarme. Me hizo solo unas cuantas preguntas y una que no tenía relevancia alguna para el caso. La cuestión principal era la de mi hogar y mis amigos y si había tenido algún amante o había estado casada. Luego me hizo estirar los brazos y mover los dedos, algo que hice sin vacilar, aunque le oí decir que mi caso no tenía remedio. Al resto de pacientes les hizo las mismas preguntas”
—Citas sobre el manicomio de Blackwell´s Island—
Página 95 y 96. (Reacción de Nellie Bly al ver cómo ingresaban de manera injusta mujeres cuerdas en el manicomio) “En aquel momento y lugar, decidí que iba a intentar por todos los medios que mi misión sirviera para aliviar el sufrimiento de mis hermanas, a demostrar que se las condenaba sin un juicio justo”
Página 97. (Cuando llegó el turno de Bly para el examen médico) “A aquellas alturas, yo ya había decidido comportarme igual que en libertad, excepto por que me negaría a decir quién era ni dónde vivía”
Página 99. (Mientras le hacía preguntas a Bly, el médico coqueteaba con la enfermera preguntándole para salir de cita). “Él le prestaba a la enfermera más atención que a mí y le hacía seis preguntas por cada una que me formulaba a mí. Luego escribió mi destino en el libro que tenía delante”.
Página 101. (Descripción de la cena). “La mesa ocupaba todo el largo de la sala, carecía de mantel y no era muy tentadora. Junto a ella, había bancos corridos sin respaldo a los que las pacientes tenían que trepar para alcanzar la mesa. Encima de la mesa había grandes tazones llenos de una sustancia rosácea que las pacientes llamaban té. Junto a cada tazón había una gruesa rebanada de pan con mantequilla. Un platillo con cinco ciruelas pasas acompañaba el pan”.
Página 123. (Descripción del baño). “Una vez a la semana, se les da un baño las pacientes, y esa es la única ocasión en la que ven el jabón […] El día de baño, se llena la tina y las pacientes se van lavando, una tras otra, sin que se cambie el agua. Esto se hace hasta que el agua está ya bien espesa, y entonces la bañera se vacía y se vuelve a llenar sin limpiarla. Todas las mujeres, las que tienen erupciones y las que no, usan las mismas toallas. Las pacientes sanas claman por que es cambie el agua, pero se las obliga a someterse a los dictados de las perezosas y tiránicas enfermeras”.
Página 103. (Descripciones del baño en primera persona). “Me castañeteaban los dientes y tenía las extremidades azules y con la piel de gallina por el frío. De pronto me cayeron, uno tras otro, tres cubos de agua por encima de la cabeza- de agua helada también- que se metió en los ojos, las orejas, la nariz y la boca. Creo que tuve algunas de las sensaciones que experimenta la gente al ahogarse mientras me sacaban a rastras, jadeante, tiritando y temblorosa, de la bañera”.
Página 104. (Enfermera opina de la beneficencia).
“Cuando llegó la señorita Grupe, pregunté si podía darme un camisón.
-En esta institución no tenemos esas cosas –dijo
-No me gusta dormir sin camisón –repliqué
-A mí eso me da igual. Ahora estás en una institución pública, así que no pretendas recibir nada. Esto es la beneficencia y deberías estar agradecida por lo que tienes.
-Pero el ayuntamiento paga por mantener estos sitios abiertos –insistí– y paga a gente para que sea amable con las desgraciadas que acaban aquí.
-Pues aquí más te vale no esperar amabilidad ninguna, porque no la vas a recibir –respondió, y se marchó, cerrando la puerta tras de sí.”
Página 104. (Después del baño, llevaron a Nellie Bly a una habitación sin que pudiera secarse antes). “Me llevaron a la habitación 28, donde intenté acomodarme en la cama. Fue una tarea imposible. La cama estaba levantada por el centro y caía hacia ambos lados. En cuanto apoyé la cabeza, la almohada quedó empapada y mi combinación mojada transfirió parte de la humedad a la sábana”.
Página 107. “(En el cuarto de baño) Nos dijeron que nos sentáramos en el banco y con una paciente, dos enfermeras y seis peines se peinó el cabello de cuarenta y cinco pacientes”.
Página 108. “Jamás se me había pasado por la cabeza que se pudiera peinar así a una persona. Tenía el pelo apelmazado y mojado de la noche anterior; me pegaron tales tirones y sacudidas que, tras protestar inútilmente, me vi obligada a apretar los dientes y soportar el dolor”.
Página 108 y 109. “No eran las asistentes quienes mantenían la institución en tan buenas condiciones para las pobres pacientes, como había pensado, sino las propias pacientes que lo hacían todo ellas mismas, hasta limpiar los dormitorios de las enfermeras y encargarse de su ropa”.
Página 124. “Las pacientes que no pueden cuidar de sí mismas acaban en unas condiciones horribles y las enfermeras no las atienden jamás, sino que ordenan a otras pacientes que lo hagan”.
Página 111. “¡La locura! No hay nada que sea ni la mitad de horrendo. El corazón se me estremeció de pena cuando vi a una mujer anciana de pelo gris hablándole a la nada. Una mujer tenía puesta una camisa de fuerza y dos mujeres tenían que llevarla a rastras. Tullidas, ciegas, ancianas, jóvenes, sencillas y bonitas; una masa humana sin sentido. No podía haber un destino peor”.
Página 112. “Pedí a algunas (pacientes) que contaran lo que estaban sufriendo por el frío y la falta de ropa, pero respondieron que la enfermera les pegaría si lo contaban”.
Página 112 y 113. (Reflexión de Nellie Bly). “Nunca me he sentido tan cansada como cuando estaba sentada en aquellos bancos. Algunas de las pacientes se apoyaban sobre un pie o un costado para cambiar, pero las enfermeras siempre las regañaban y les decían que se sentaran derechas. Si hablaban, las reñían y les decían que se callaran; si querían caminar para aliviar el agarrotamiento, les decían que se sentaran y se estuvieran quietas. ¿Qué otra cosa, excepto la tortura, podría dar pie a la locura con más rapidez que ese trato? A estas mujeres las habían enviado allí para que sanaran. Quisiera que los médicos expertos que me condenan por mis acciones, esas acciones que han demostrado su capacidad, tomen a una mujer totalmente cuerda y sana, la encierren y la obliguen a estar sentada desde las seis de la mañana hasta las ocho de la noche en bancos de respaldo recto, que no le permitan hablar ni moverse durante esas horas, que no le den nada para leer ni le dejen saber nada del mundo ni lo que pasa en él, que le den comida mala y la traten con severidad, y que vean cuánto tarda en volverse loca. En dos meses sería un auténtico desastre físico y mental.”
Página 113. (Resumen que hace Nellie Bly de los 10 días que estuvo infiltrada en el manicomio). “He descrito mi primer día en el sanatorio y, como los otros nueve fueron exactamente iguales en el desarrollo general de los acontecimientos, sería tedioso hablar de cada uno de ellos. Al relatar esta historia, doy por hecho que muchos de los que aparecen en ella dirán que miento. No hago más que contar con palabras sencillas, sin exagerar, lo que viví en un manicomio durante diez días. La comida era una de las peores cosas. Con la excepción de los dos primeros días, no hubo sal. Las mujeres, hambrientas, famélicas incluso, intentaban comer aquellos mejunjes horribles. Se añadían mostaza y vinagre a la carne y la sopa para darles algún sabor, pero con ello solo se conseguía empeorarlas. Incluso aquello se terminó al cabo de dos días y las pacientes tuvieron que intentar tragar pescado fresco, recién hervido en agua, sin sal, pimienta ni mantequilla; borrego, ternera y patatas sin el más mínimo aderezo. Las más locas se negaban a ingerir bocado y se las amenazaba con castigos. En nuestros breves paseos, pasábamos junto a la cocina en la que se preparaba la comida de las enfermeras y los médicos. Allí veíamos melones, uvas y todo tipo de frutas, hermosos panes blancos y con buenas carnes, y nuestra hambre se multiplicaba por diez. Hablé con algunos médicos, pero no sirvió de nada; cuando me sacaron, la comida seguía sin llevar sal”.
Página 118. (Caso mujer joven abofeteada y golpeada por las enfermeras después de que se rieran de ella). “Cuando se hubieron divertido bastante a su costa, empezaron a reñirla y a decirle que se callara. Se fue poniendo cada vez más histérica hasta que saltaron sobre ella, la abofetearon y le golpearon la cabeza con ganas. Ello hizo llorar más aún a la pobre criatura, así que la estrangularon. Sí, la estrangularon de verdad. Luego se la llevaron a rastras hasta el cuartito y oí como se sofocaban sus gritos de terror. Tras varias horas de ausencia, volvió a la sala de estar y pude ver claramente las marcas de los dedos en su garganta, que le duraron todo el día”.
Página 118. (Caso de la anciana que arrastraron y metieron en un armario después de pegar a otra paciente). “Ese castigo pareció avivar el deseo de las enfermeras de infligir más. Volvieron a la sala de estar y cogieron a una anciana de pelo gris […] Estaba loca y hablaba casi sin cesar, para sí misma y quienes tuviera cerca. Nunca hablaba muy alto y, en el momento al que me refiero estaba sentada charlando consigo misma sin hacer daño a nadie. La agarraron y se me encogió el corazón al oírla gritar […] -¡Cállate, fresca! –dijo la señorita Grady mientras agarraba a la anciana por el cabello y la sacaba a rastras de la sala, entre alaridos y súplicas.
También la metieron en el armario y sus gritos fueron acallándose hasta que cesaron. Las enfermeras volvieron a la sala y la señorita Grady señaló que había `calmado a la vieja loca para un rato´. Les conté a algunos médicos lo que había pasado, pero no me hicieron caso alguno.”.
Página 124 y 125. (Caso de la mujer que las enfermeras metieron en agua fría y casi la ahogan). “`Por llorar, las enfermeras me pegaron con el palo de una escoba y saltaron sobre mí, lo que me causó lesiones internas de las que nunca me recuperaré. Luego me ataron de pies y manos, me arrojaron una sábana sobre la cabeza, me la apretaron en torno a la garganta para que no pudiera gritar y me metieron en una bañera llena de agua fría. Me sujetaron hasta que renuncié a toda esperanza y perdí el conocimiento. En otras ocasiones, me agarraban de las orejas y me golpeaban la cabeza contra el suelo y las paredes. Después me arrancaron el pelo de raíz para que no me creciera nunca más´. La señora Cotter me enseñó pruebas de lo que contaba, la mella en la parte posterior de la cabeza y las calvas de donde le habían arrancado el pelo a puñados.”.
Página 116. (Nellie Bly hablando sobre una mujer que estaba cuerda pero que enloqueció por el trato recibido) «¿Loca? Sí, loca; y, mientras veía cómo la locura iba reptando lentamente sobre una mente que antes parecía estar bien, maldije en secreto a los médicos, las enfermeras y todas las instituciones públicas. Alguien podría decir que ya estaba loca antes de que la enviaran al sanatorio. Si era cierto que lo estaba, ¿acaso era este el sitio adecuado al que mandar a una mujer convaleciente, para que la sometieran a espantosos baños fríos, se la privara de abrigo suficiente y se le diera una comida horrible?”.
Página 124. (Enfermeras que visten bien a las pacientes para aparentar en las visitas). “Los vestidos rara vez se cambian más de una vez al mes. Si la paciente tiene visita, he visto a las enfermeras apresurarse a cambiarle la ropa antes de que entre el visitante. Con ello se mantiene la apariencia de que su gestión es buena y esmerada”.
/// Capítulo XV es muy breve pero interesante, contiene reflexiones de Nellie Bly.
Página 129. “Yo siempre insistía en decirles a los médicos que estaba cuerda y pedirles que me dejaran marchar, pero cuanto más me esforzaba por demostrarles mi cordura, más dudaban de mí”.
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TRANSCRIPCIÓN DEL EPISODIO:
Bienvenidos al episodio 3 del podcast Lecturas de Periodismo. Yo soy Álvaro Lert y en esta ocasión analizaremos una obra pionera y clásica de la historia del periodismo. Fue escrita hace más de 100 años y denuncia los malos tratos hacia las pacientes en un centro psiquiátrico. Es una obra pionera porque constituye uno de los primeros casos de periodismo encubierto, ya que la periodista autora de esta investigación se hizo pasar por una enferma mental para internarse en ese sanatorio y ver como una paciente más los horrores que allí se cometían. Se trata de «10 días en un manicomio» escrito por Nelly Bly.
Como digo, esta obra fue escrita hace más de un siglo. Pero no por ello debemos pensar ya de antemano que se va a tratar de un texto pesado o dificultoso porque use un lenguaje o un estilo que consideremos ahora como antiguo. De hecho, es todo lo contrario. Aquí, la periodista Nelly Bly emplea un lenguaje muy claro y descriptivo. Además, como está escrito en primera persona, aporta mucho dinamismo a la narrativa. De todos modos, después veremos con citas del libro ejemplos de este estilo que os comento.
Este trabajo de la periodista Nelly Bly se publicó originalmente en 1887 en dos entregas ilustradas en el periódico «New York World». Este era el periódico de Joseph Pulitzer, una figura del periodismo que es seguro que conocéis. Poco tiempo después, cuando se agotaron esos ejemplares del periódico, se publicó en formato de libro debido a la demanda del público por leer la investigación de Nelly Bly sobre el manicomio. La edición que yo he leído y que citaré en este episodio está en el libro «La vuelta al mundo en 72 días y otros escritos» de la editorial Capitán Swing. Ese libro es básicamente una recopilación de los trabajos de esta periodista.
La figura de Nelly Bly, así como toda su obra, me parece que pasa un poco desapercibida dentro de las principales figuras clásicas del periodismo. Y eso, a pesar de ser una periodista pionera en muchos aspectos de la profesión y que además tuvo una influencia y una postura social muy importantes en su época. Entonces, empecemos hablando de esta periodista americana.
Nelly Bly, cuyo nombre real era Elizabeth Jane Cochran, nació en 1864 y falleció en 1922, hace un poco más de 100 años. Nelly Bly, además de ser una de las primeras periodistas de la historia, fue pionera en llevar a cabo el denominado periodismo encubierto, precisamente con la obra que analizaremos en este episodio. En ella, actúa y se hace pasar por una enferma mental para ser internada en un manicomio acusado de malos tratos a sus pacientes. De este modo, Nelly Bly denunciaría en primera persona, como una paciente más, las malas condiciones y los malos tratos que sufrían los pacientes.
Unos malos tratos que ella, como interna, también padecía. En su trayectoria profesional, Nelly Bly también fue corresponsal en México con solo 21 años y también fue una de las primeras corresponsales de guerra al cubrir la Primera Guerra Mundial. La proeza que la catapultó a la fama fue la de dar la vuelta al mundo en 72 días, en 8 días menos que en la novela de Julio Verne. Fue un viaje que ella realizó sola y con solo una maleta como equipaje. Su experiencia en esa travesía la plasmó en un libro con ese título.
Como ya adelantaba antes, Nelly Bly no solamente fue pionera en el ámbito periodístico, sino que también fue un referente social, concretamente en cuanto al papel de la mujer. En aquella época, estamos hablando de finales de siglo XIX, el papel de la mujer estaba limitado al de ser esposa y madre. Nelly Bly hizo artículos críticos de opinión respecto a esas atribuciones que se le hacían a la mujer y estaba a favor de cosas como, por ejemplo, el sufragio femenino. E incluso esa imagen laboral y social que se tenía de la mujer fue algo que Nelly Bly sufrió en su propia persona en periódicos donde trabajó. Así que ya conocemos un poco más a Nelly Bly.
Antes de comenzar ya con el análisis de «10 días en un manicomio», veamos de qué se trata el periodismo encubierto, esa técnica pionera que aplicó Bly en esta investigación. En el periodismo encubierto, el propio periodista actúa o se hace pasar bajo una identidad ficticia para acceder a una información a la que sería imposible acceder de otro modo. Es cierto que esta técnica debe llevarse a cabo como último recurso, es decir, cuando precisamente no se puede acceder de otra forma a ese entorno donde está la información. Y para ello, puedes tener que actuar bajo otra identidad. Porque en décadas recientes, en televisión sobre todo, muchas veces se ha aplicado esta técnica sin ser realmente necesario su uso. Tenemos que tener en cuenta que aquí el periodista no se presenta como tal, es decir, a la hora de obtener la información, el periodista no se identifica como profesional de la información para en la obtención de esa información que está buscando. De tal modo que, como digo, hay que usar este tipo de periodismo o esta metodología cuando no quede otra alternativa.
De todos modos, veremos matices importantes respecto al periodismo encubierto durante el análisis de este libro. Para analizar esta investigación, vamos a recorrer de principio a fin el camino de Nelly Bly hasta llegar al manicomio y su posterior denuncia. Así que debemos situarnos en el año 1887. En 1887, después de dejar su anterior trabajo en el periódico Pittsburgh Dispatch, Nelly Bly se encontraba sin trabajo y fue al periódico New York World de Joseph Pulitzer. Bly se entrevistó con el director editorial y propuso investigar la experiencia de los inmigrantes europeos que llegaban a los Estados Unidos. Sin embargo, el director editorial creyó conveniente otra misión para una recién llegada a la plantilla. Le propuso dejarse encerrar durante 10 días en el manicomio de la isla Blackwell Island en Nueva York. El objetivo era comprobar si eran ciertos aquellos rumores acerca del trato vejatorio del personal a sus pacientes. Aunque, bueno, ya os digo que todos los rumores apuntaban a ello.
Los detalles de la misión eran sencillos: Bly tenía que describir todo cuanto viese y decir qué le parecía, sin ningún tipo de sensacionalismo ni exageración. Es decir, contar simplemente su experiencia. Nelly Bly, por su parte, aceptó el reto. Se veía capaz de llevarlo a cabo, aunque fuera una tarea difícil, ya que tendría que engañar a expertos médicos para ser diagnosticada como enferma mental. Por otra parte, y esto es muy interesante, Bly quería saber con certeza si aquellas historias de abusos en esos lugares eran exageradas o no, porque a esta periodista le aterraba pensar que personas que sufrían enfermedades mentales estuvieran cautivas de forma cruel. Y esta parte empática de Bly se refleja durante toda la investigación. Y veremos pues algunos ejemplos mediante citas directamente del libro.
Bly le dieron libertad absoluta para decidir cuándo y cómo empezar la investigación. Solamente se acordó el pseudónimo que iba a usar para ser identificada y liberada del manicomio. Este seudónimo fue Nelly Brown, ya que sus siglas coincidían con las de su nombre. También llevó una vestimenta determinada de color blanco para facilitar su identificación en caso de que surgiera algún problema o peligro durante la investigación. Y esto, y aquí me tengo que detener, es algo muy importante en este tipo de periodismo, porque cuando un periodista se adentra en un entorno que, como es en este caso, puede ser hostil y además, pues, encima bajo otra identidad, pues tiene que tener una vía de escape ya definida de antemano por si surge algún problema o algún riesgo que sea peligroso.
Bien. De modo que Nelly Bly tenía libertad en el planteamiento de la investigación y confianza en sí misma. Pero ¿cómo llevó a cabo esta tarea? Es decir, ¿cómo interpretaría el papel de una lunática y se dejaría encerrar en un manicomio, además acusado de malos tratos? Pues bien, Nelly Bly decidió no contar con la ayuda ni de amigos ni de médicos durante su periplo hasta llegar al manicomio. Por el contrario, decidió hacerlo ella sola y que fuera un tribunal médico el que la diagnosticara y la enviara allí. Decidió que la misión empezara en Mandales, un trabajo básicamente era un hostal. Lo que pasa es que era para mujeres que trabajaban durante el día. Entonces, por eso era eso de hogar para mujeres trabajadoras.
Y una vez allí, Nelly Bly se comportaría como si tuviera síntomas de locura para llamar la atención lo máximo posible. De este modo, Nelly Bly esperaba que llamaran a las autoridades pertinentes y seguir mostrando signos suficientes para ser diagnosticada como enferma mental y que eventualmente la ingresaran en el manicomio. Entonces, Nelly Bly lo que hizo fue establecer una serie de fases que ella esperaba que se fueran cumpliendo exitosamente y que le permitieran acercarse ya poco a poco al manicomio para ser ingresada allí y realizar pues esa investigación y ver si realmente aquellos rumores eran ciertos.
Y respecto a la elección del hogar para mujeres trabajadoras como punto, digamos, de partida a su investigación, voy a citar directamente del libro porque dice: «Bly sabía que si conseguía que una casa de mujeres me creyera loca, jamás descansaría hasta que me alejara lejos de ellas y a buen recaudo». Durante la noche anterior a empezar la investigación, como si fuera una actriz, Nelly Bly estuvo preparando su papel para interpretar a una enferma mental. Bly no tenía ni idea de cómo se comportaba una persona con problemas mentales. Y aquí también, pues, debemos tener en cuenta los prejuicios y los estereotipos que existían entonces, tanto de las enfermedades mentales como de quienes las padecían. Así que Bly se puso a practicar frente al espejo caras y gestos que ella suponía o pensaba que solían hacer las personas con esos trastornos.
Y durante el ensayo de su papel, Nelly Bly se preocupa de caer de verdad en la locura, ya sea por actuar como una persona con esos problemas o por el lugar donde va a estar rodeada de gente que de verdad tiene enfermedades psiquiátricas. Y esto, aunque parezca un miedo irracional o sin ninguna base, es un riesgo bastante real en el periodismo encubierto, es decir, que el periodista sea absorbido bien por el papel que se interpreta o por el entorno donde se sumerge. Así que es un miedo bastante bien justificado. Y al día siguiente a su llegada al hostal, vemos claramente cómo va a ser el estilo narrativo. Y esto es algo que os comentaba al principio y es que al estar descrito con tanto detalle, nos permite ver cosas tan interesantes como, por ejemplo, cómo era la beneficencia en aquella época.
Así que, bueno, tenemos ahí también un reflejo social de la sociedad en aquel entonces. Después de almorzar y cenar en aquel hostal, Bly estuvo hablando con la matrona y ya empezó ahí a hacer comentarios interpretando su papel. Le dijo que creía que todas las mujeres del hostal estaban locas y que tenía mucho miedo. Consiguió de ese modo, y con otros comentarios, preocupar a la matrona. Más tarde, también Nelly Bly hizo lo mismo con otras huéspedes que creía idóneas para ir sembrando el papel. Es muy interesante cómo poco a poco va planteando el terreno, interpretando pues a una mujer que está triste, que no sabe quién es, etcétera, y haciendo comentarios que, como digo, va sembrando el papel y va inquietando a las personas que tiene a su alrededor.
Cuando llegó el momento de que todas las huéspedes se fueran a dormir, ya que había como una especie de horario, Nelly rechazó hacerlo para seguir así llamando la atención lo máximo posible. En ese momento, ya todas las mujeres del hostal vieron la situación y empezaron a hacer comentarios negativos y burlas hacia ella, diciendo que estaba loca, que era peligrosa, etcétera. Todas las mujeres, salvo una, una tal señorita Kane, que sentía compasión por Nelly Bly. O bueno, mejor dicho, por el papel que estaba interpretando, ya que ni ella ni nadie durante toda la investigación descubre que en realidad Nell Bly está actuando un personaje. Aquí vemos también algo que os comentaba anteriormente, que es la empatía de Nell Bly con las personas que de verdad tienen un problema mental, porque en este punto Bly dice que quiere que las personas que están mal de verdad sean tratadas por gente tan bondadosa como aquella mujer que se prestó a ayudarla, que incluso ella misma accedió a compartir habitación con Bly.
Porque la que iba a ser su compañera de habitación dijo que se negaba a dormir junto a una loca. Nelly Bly se esforzó mucho para no dormir y seguir así actuando su personaje. Para ello, se quedó sentada en la cama y con la mirada perdida durante toda la noche. De este modo, también esperaba convencer a su compañera de habitación de que realmente ella padecía pues algún tipo de trastorno mental. A la mañana siguiente, la matrona vio que la situación no cambiaba y que además Nelly Bly no durmió absolutamente nada durante la noche. Así que decidió llamar a dos agentes de policía para que se la llevaran, porque además Nelly Bly estaba haciendo comentarios de que no sabía quién era, que había perdido sus maletas o bueno, baúles.
En este punto, podemos ver cómo el papel de Bly convencía a todos con los que hablaba, porque incluso los propios policías respondían a Bly como si fuera una enferma mental de verdad. Los agentes llevaron tanto a Bly como a la matrona a la comisaría. Los policías, como no obtuvieron respuesta por parte de Nelly a sus preguntas sobre quién era o de dónde venía, decidieron llevarla al juzgado de primera instancia, al juzgado de Essex Market. Y allí, que un juez se encargara del asunto. En aquel juzgado, un juez llamado Daffy interrogó a Nelly Bly, o bueno, yo digo Bly, pero realmente, como digo, está en todo momento interpretando su papel como Nelly Brown.
Entonces, el juez le hizo preguntas sobre ella misma y ella le respondió con cosas que hacía imposible saber de dónde venía. A estas alturas de la investigación, Nelly Bly pudo ver cómo su caso, ese caso que estaba actuando, atraía el interés de cada vez más y más gente, hasta el punto de haber una multitud esperando tanto fuera como dentro del juzgado, siguiendo su caso. Finalmente, el juez Daffy se mostró compasivo con Nelli y llamó a un médico para que la evaluara. Este fue el primer médico de una lista de supuestos expertos, entre comillas, cuya metodología para diagnosticar una enfermedad mental era bastante pobre.
La periodista consiguió engañar al médico interpretando a ese personaje que había creado. Como resultado, el médico la diagnosticó como loca sin remedio, literalmente. Y acto seguido, la llevaron hacia el Hospital Bellevue. Ahora voy a citar directamente del libro lo que dice Nelly Bly cuando llega al hospital de Bellevue, que también estaba en Nueva York. Dice: «Por fin llegamos a Bellevue, la tercera parada de mi trayecto hasta la isla. Había conseguido superar las pruebas del hogar y del tribunal de Essex Market, y confiaba en que esta vez también lo lograría».
Nelly Bly pasó dos días en el pabellón psiquiátrico de este hospital y las condiciones eran totalmente insuficientes. La comida era pobre y escasa, hacía mucho frío, y las enfermeras, encima, se negaban a dar ropa adecuada a las pacientes. Por otra parte, los expertos médicos seguían sin saber discernir si una persona estaba cuerda o no. Por ejemplo, después de que Nelly Bly mantuviera una conversación con un médico en su diagnóstico de si tenía una enfermedad mental o no, Nelly Bly dice: «Después de aquello, empecé a tener menos consideración por los médicos y más por mí misma que nunca». A esas alturas, estaba ya segura de que ningún médico era capaz de discernir si la gente estaba loca o no, siempre que no fuera un caso violento.
En el pabellón psiquiátrico de este hospital, Bly conoce a otras mujeres que también habían ingresado allí. Todas no presentaban ningún tipo de locura. Algunas eran mujeres que fueron internadas por algún familiar sin recurso para cuidarlas, y otras pues estaban enfermas de cualquier causa salvo la mental. Por ejemplo, Bly preguntó a una mujer llamada Neville por qué la habían enviado a aquel lugar. Y voy a citar directamente del libro cuando Nelly Bly le pregunta a esta mujer si de verdad está loca, y esta le contesta: “No, los médicos me han hecho muchas preguntas raras y han intentado confundirme todo lo que han podido. Pero a mí no me pasa nada malo en la cabeza”. Y después añade, «los médicos se niegan a escucharme y es inútil hablar con las enfermeras». Y es que una de las revelaciones de esta investigación de Nell Bly es que muchas pacientes llegaban a las instalaciones psiquiátricas estando perfectamente cuerdas, pero al no tener la oportunidad de ser escuchadas y no pudiendo explicar su situación, sumado al posible trato vejatorio que pudieran recibir, caían irremediablemente en la verdadera locura.
Las condiciones en este hospital eran muy malas, pero Bly no sabía que las condiciones que encontraría en el manicomio de Blackwell Island iban a ser muchísimo peores. Las enfermeras informaron a todas las mujeres que estaban en el pabellón que subieran a un pequeño barco preparado para ellas. Todas subieron. Y el barco atracó en una isla donde se encontraba un imponente edificio. Nelly Bly lo había logrado, estaba siendo internada en el manicomio de Blackwell Island.
Todas las mujeres que llegaron del hospital Bellevue, incluida la propia Nelly Bly, pasaron por un reconocimiento de Salud Mental. Incluso argumentando su cordura, todas fueron finalmente ingresadas en el manicomio. Como dije antes, algunas de esas mujeres estaban enfermas o tenían sus problemas, pero no eran enfermas mentales. Y de todos esos casos, hubo uno que fue especialmente surrealista, y fue el de una mujer alemana que, como una enfermera que sabía alemán, se negó a traducir.
Aquella mujer no pudo explicar su situación y simplemente por ello quedó encerrada en el manicomio. Ante esta injusticia, voy a citar también directamente del libro ahora. Cuando Nelly Bly lo siguiente dice: «En aquel momento y lugar decidí que iba a intentar por todos los medios que mi misión sirviera para aliviar el sufrimiento de mis hermanas, a demostrar que se las condenaba sin un juicio justo».
Y hay que tener en cuenta también aquí que a partir de este momento, a partir del ingreso de Nelly Bly en el manicomio de Blackwell Island, aquí deja ya de interpretar ese papel que llevaba actuando hasta ese momento. Es decir, que a partir de este punto deja de actuar como Nelly Brown, ese personaje que había inventado y que había interpretado hasta su ingreso en este manicomio.
Entonces, a partir de su llegada a Blackwell Island, Nelly Bly se comportó como ella era realmente, es decir, como ella era en su día a día y como ella era en realidad. Lo que ocurre, bueno, sucede algo paradójico porque voy a citar directamente del libro aquí también porque dice: «Yo siempre insistía en decirle a los médicos que estaba cuerda y pedirles que me dejaran marchar. Pero cuanto más me esforzaba por demostrar mi cordura, más dudaban de mí».
Es decir, que precisamente cuando Nell Bly se muestra como ella en realidad y se comporta como lo hace en su vida diaria, es precisamente cuando dudan los médicos sobre su salud mental. Finalmente, queda ingresada en Blackwell Island. Hasta entonces, vamos a hacer un pequeño resumen: Bly logró engañar a cuatro médicos que la diagnosticaron como enferma mental. Estamos hablando de que una persona que, bueno, que es periodista, se hizo pasar o actuó como una enferma mental y había engañado de manera exitosa a cuatro expertos, o bueno, supuestos expertos, en ese ámbito médico. En el caso de Bly, iba a ser puesta en libertad porque al final era un papel y era un trabajo per ís. Y el equipo del periódico la iba a poner en libertad eventualmente.
Pero en el caso de las otras pacientes que eran igualmente cuerdas, las estaban condenando a estar encerradas, seguramente para siempre, en un manicomio que maltrataba a sus pacientes. Así que veamos los distintos puntos donde se basa la denuncia de Nelly Bly hasta ahora. Pues había experimentado en primera persona, pues como la sociedad y las distintas autoridades trataban a una persona con enfermedad mental. Pero a partir de su llegada al manicomio, pues aquí viviría durante 10 días exactamente lo mismo que cualquier persona que ingresara allí.
Entonces, el primer punto en el que vamos a detenernos es en la descripción que hace Nelly Bly de la comida que se le daba a las pacientes. Ella, al igual que en el hospital, estaba en el pabellón para mujeres. En cuanto a las descripciones que hace de la comida, voy a citar solamente una, ya que hace varias pero no me puedo detener en todas ellas. Así que voy a citar una específicamente que es la siguiente: «Estaba hambrienta pero la comida no me entraba. Pedí pan sin mantequilla y me lo dieron. No se me ocurre nada que tenga ese mismo color sucio y negro. Estaba duro y en algunas partes no era más que masa reseca. Encontré una araña en mi rebanada así que no me lo comí. Probé las gachas con melazas que eran deleznable, por lo que me esforcé, sin mucho éxito, en deglutir el té». Esa es una de las descripciones que hace en cuanto a la comida en concreto.
Pero aquí también enlaza algo que es muy importante en la denuncia que hace Nellie Bly, que es el comportamiento y la actitud de las enfermeras con las pacientes del sanatorio mental. Dice Nelly Bly que cuando las pacientes se quejaban de la comida, las enfermeras les decían que se callaran, que si estuvieran en casa no sería mejor y que demasiado buena era para tratarse de paciente de beneficencia. En cuanto a esto, no solamente denuncia Nelly Bly la comida, sino esa actitud de las enfermeras que, por desgracia, aunque ahora lo veremos, ese comportamiento no se detiene ahí y llega incluso a violencia física también. Pero eso lo veremos un poco más adelante.
Ese era el primer punto. El segundo está relacionado con la falta de atención a las necesidades y a la higiene de las pacientes. Y ese es otro punto que denuncia, y es muy importante. La higiene y la ropa para resguardarse del frío pues no solamente influye directamente en la salud física sino también en la mental, es un aspecto básico del cuidado diario. Sin embargo, en el sanatorio de Blackwell Island ni siquiera lo consideraban, a las pacientes les daban ropa inadecuada mientras que las enfermeras sí que tenían abrigo suficiente para resguardarse del frío. Y sobre esto explica Nellie Bly cómo las pacientes temblaban de frío esperando en los pasillos para entrar a la cena.
En cuanto a la higiene, de verdad era de un trato completamente inhumano. En cuanto a bañarse, las pacientes eran sometidas a baños de agua helada y sin cambiar el agua entre baño y baño. Para ilustrar esto, voy a citar nuevamente otro fragmento del libro que dice lo siguiente: «Una vez a la semana se les da un baño a las pacientes y es la única ocasión en la que ven el jabón. El día de baño se llena la tina y las pacientes se van lavando una tras otra sin que se cambie el agua. Esto se hace hasta que el agua está ya bien espesa. Y entonces la bañera se vacía y se vuelve a llenar sin limpiarla. Todas las mujeres, las que tienen afecciones y las que no, usan las mismas toallas. Las pacientes sanas claman porque se cambie el agua pero se las obliga a someterse a los dictados de las perezosas y tiránicas enfermeras».
Bien, ese era un aspecto de este punto sobre las necesidades, en este caso, de ropa a las pacientes, y el otro era sobre la higiene. Y en cuanto a la higiene, era de un trato completamente inhumano. En cuanto a bañarse, las pacientes eran sometidas a baños de agua helada y sin cambiar el agua entre baño y baño. Para ilustrar esto, voy a citar nuevamente otro fragmento del libro que dice lo siguiente: «Una vez a la semana se les da un baño a las pacientes y es la única ocasión en la que ven el jabón. El día de baño se llena la tina y las pacientes se van lavando una tras otra sin que se cambie el agua. Esto se hace hasta que el agua está ya bien espesa. Y entonces la bañera se vacía y se vuelve a llenar sin limpiarla. Todas las mujeres, las que tienen afecciones y las que no, usan las mismas toallas. Las pacientes sanas claman porque se cambie el agua pero se las obliga a someterse a los dictados de las perezosas y tiránicas enfermeras. Y Bly cuenta que las enfermeras usarían la fuerza en caso de que ella se negara a bañarse.
Y la manera en la que explica de primera persona cómo era el baño, o sea, como ella vivió todo eso, es la siguiente: «Me castañeteaban los dientes y tenía las extremidades azules y con la piel de gallina por el frío. De pronto me cayeron uno tras otro tres cubos de agua por encima de la cabeza, de agua helada también, que se metió en los ojos, las orejas, la nariz y la boca. Creo que tuve algunas de las sensaciones que experimenta la gente al ahogarse mientras me sacaban arrastras, jadeantes, tiritando y temblorosas de la bañera».
El siguiente punto sería la falta de criterio del personal médico. Ya hemos visto a lo largo de este episodio que Nelly Bly ha ido pasando por exámenes médicos y en ninguno pues, e, se ha demostrado esa capacidad o ese criterio por parte de los médicos para saber si una persona pues sufría una enfermedad mental o no. Y en cuanto a esto, vamos a ver aquí también la relación que hace Nelly Bly no solamente con el criterio médico sino como las condiciones que existían en el manicomio de Blackwell Island eh también influían y condicionaban en que las personas que eran cuerdas terminarán siendo pues un manojo de trastorno psiquiátrico por las condiciones que vivían.
Entonces voy a citar un fragmento un poco largo pero que ilustra muy bien todo esto y también es como una especie de resumen de su estancia allí. Así que voy a citar. Dice: «Nunca me he sentido tan cansada como cuando estaba sentada en aquellos bancos. Algunas de las pacientes se apoyaban sobre un pie o un costado para cambiar, pero las enfermeras siempre las regañaban y les decían que se sentaran derechas. Si hablaban, las reñían y les decían que se callaran. Si querían caminar para aliviar el agarrotamiento, les decían que se sentaran y se estuvieran quietas. ¿Qué otra cosa, excepto la tortura, podría dar pie a la locura con más rapidez que ese trato? A estas mujeres las habían enviado allí para que sanaran. Quisiera que los médicos expertos que me condenan por mis acciones, esas acciones que han demostrado su capacidad, tomen a una mujer totalmente cuerda y sana, la encierren y la obliguen a estar sentada desde las 6 de la mañana hasta las 8 de la noche en un banco de respaldo recto que no le permite hablar ni moverse durante esas horas, que no le den nada para leer ni le dejen saber nada del mundo ni lo que pasa en él, que le den comida mala y la traten con severidad y que vean cuánto tiempo tarda en volverse loca. En dos meses sería un auténtico desastre físico y mental».
Y el último punto en el que basa su denuncia Nelly Bly es quizás el más fuerte, el más sensible también, que es el abuso de las enfermeras hacia las pacientes. Como por ejemplo, que las tareas de limpieza y orden del sanatorio no eran llevadas por las enfermeras sino por las pacientes que eran obligadas por estas enfermeras. Para ello, voy a citar un fragmento del libro. Dice: «Bly, no eran las asistentes quienes mantenían la institución en tan buenas condiciones para las pobres pacientes como había pensado, sino las propias pacientes que lo hacían todo ellas mismas, hasta limpiar los dormitorios de las enfermeras y encargarse de su ropa».
Pues bueno, esa es una parte de ese abuso o de ese sometimiento que tenían las enfermeras sobre las pacientes. Y por otro lado, está el abuso físico. En cuanto a esto, hay varios casos en el libro y no me voy a detener con todos ellos porque además son un poco extensos. Entonces, voy a centrarme en un par de ellos y creo que reflejan muy bien el tono del resto de situaciones que también plasma Nelly Bly en este libro. Así que, a citar por ejemplo, un caso que dice Nelly Bly que fue una mujer joven que abofetearon y golpearon las enfermeras después de reírse de ella. Voy a citar directamente del libro. Dice: «Cuando se hubieron divertido bastante a su costa, empezaron a reñirla y a decirle que se callara. Se fue poniendo cada vez más histérica hasta que saltaron sobre ella, la bofetearon y le golpearon la cabeza con ganas. Ello hizo llorar más aún a la pobre criatura. Así que la estrangularon. Sí, la estrangularon de verdad. Luego, se la llevaron a rastras hasta el cuartito y oí cómo se sofocaban sus gritos de terror. Tras varias horas de ausencia, volvió a la sala de estar y pude ver claramente las marcas de los dedos en su garganta que le duraron todo el día».
Y voy a citar otro, y con esto ya ponemos punto y final a este análisis. Es un caso de una mujer a la que las enfermeras metieron en agua fría y que casi la ahogan. Y esto no está narrado directamente por Nell, sino que es la declaración de la persona que sufrió ese abuso. Así que voy a citar directamente. Dice: «Por llorar, las enfermeras me pegaron con el palo de una escoba y saltaron sobre mí, lo que me causó lesiones internas de las que nunca me recuperaré. Luego, me ataron de pies y manos, me arrojaron una sábana sobre la cabeza, me la apretaron en torno a la garganta para que no pudiera gritar y me metieron en una bañera llena de agua fría. Me sujetaron hasta que renuncié a toda esperanza y perdí el conocimiento. En otras ocasiones, me agarraban de las orejas y me golpeaban la cabeza contra el suelo y las paredes. Después, me arrancaron el pelo de raíz para que no me creciera nunca más». Y ahora, esto sí lo añade Nell Bly. Dice: «La señora Cotter, esta paciente, me enseñó pruebas de lo que contaba. La mella en la parte posterior de la cabeza y las calvas de donde le habían arrancado el pelo a puñados».
Y como he dicho antes, Nelly Bly también narra los casos de otras pacientes, pero como digo, no puedo detenerme en todos ellos. También, por ejemplo, Nelly Bly también hace un perfil de varias pacientes y son relatos igualmente estremecedores. Un día, mientras hacía uno de los paseos que permitían hacer las pacientes, una enfermera avisó a Nelly Bly de que había llegado alguien para sacarla de allí, si es que le parecía bien. Era el personal del periódico que iba a ponerla en libertad. Así que Nelly Bly aceptó sin dudar un segundo. Mientras se marchaba, se sentía mal por dejar allí a mujeres que acabaron siendo amigas desde su ingreso en el hospital Bellevue. Pero Bly no podía quedarse y salió, no solo para poner punto final a su investigación y disfrutar de la libertad, sino también para denunciar esas malas condiciones que vio y vivió que se daban a los enfermos mentales en instituciones como en aquel manicomio de Blackwell Island.
Nelly Bly declaró ante un juicio, explicando el maltrato a las pacientes, las malas condiciones de la comida, la higiene, etcétera. Tanto el tribunal como Bly volvieron al manicomio a hacer una especie de inspección. Sin embargo, en lugar de estar todo como cuando estuvo Bly infiltrada allí, todo estaba cambiado. Algunas pacientes fueron trasladadas a otros pabellones y la comida tenía mucha mejor condición que la que tenía antes. Por otra parte, también despidieron algunas enfermeras. Aunque había cambiado a mejor, aparentemente, el jurado decidió aumentar el presupuesto destinado al cuidado de los enfermos mentales. Como hemos podido ver en este análisis, Nelly Bly ocupa un lugar en la historia del periodismo. No solo interpretó un papel que mostró las carencias de la beneficencia en su época, sino que también denunció un sanatorio que maltrataba a sus pacientes, todo ello, como hemos visto, viviéndolo en primera persona.
Su investigación causó que el presupuesto para la salud mental se incrementara como nunca antes. Y para terminar, voy a citar del libro una reflexión que hace Nelly Bly al terminar su investigación. Dice: «Me alegra poder decir que a resulta de mi visita al manicomio y las denuncias que le siguieron, la ciudad de Nueva York ha destinado un millón de dólares más al año que nunca antes al cuidado de los locos. Así, por lo menos, tengo la satisfacción de saber que los pobres desgraciados recibirán una mejor atención gracias a mi trabajo».
Y hasta aquí este episodio que espero que os haya gustado, que os haya resultado interesante. No sé si conocéis de antes ya a esta periodista y a este grandísimo trabajo de denuncia que llevó a cabo, pero no podía faltar en este podcast la periodista Nell Bly y este «10 días en un manicomio». Os recomiendo mucho leer tanto este libro como otros trabajos de Nelly Bly. Seguro que os gustarán igualmente. Y os recuerdo que en mi blog están todas las citas que me han llamado la atención de este libro por si queréis echarle un vistazo. Dejo, como siempre, un enlace en la descripción de este episodio. Muchas gracias por estar ahí y nos vemos en el próximo episodio. Hasta la próxima.
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